Cada baño cuenta

Me encanta crear paralelismos entre mis actividades y mi mundo interior. Soy un apasionado del aprendizaje y crecimiento personal, aunque estos términos estén tan manidos y se estén prostituyendo de una forma tan agresiva.

Uno de mis mayores retos y pasiones estos días es el wingfoil. Después de una vida haciendo kitesurf y otros deportes acuáticos, he encontrado algo que me proporciona sensaciones y sobre todo, una curva de evolución y aprendizaje bastante compleja que de varias formas me satisface. Creo que debo llevar 3 o 4 años ya practicándolo, pero con todo el trajín del último año y medio de mi vida no he tenido mucha constancia, además de haber cambiado a un material bastante más exigente, que no sé si está ayudando a mi progresión, o sólo quitándome tiempo y lesionándome.

Igual que pasa con el surf, encuentro que es un deporte donde el ego puede hacerte mucho daño. Intentar llevar un material más pequeño, más “pro”, si no estás en buena forma y con la técnica adecuada, es una masacre. Además de la parte puramente técnica de si consigues levantarte en la tabla o no, hay una parte mecánica con la que desde el principio he sufrido mucho. La técnica para comenzar es situarte en una posición de rodillas sobre la tabla, con el empeine del pie tocando. Hay muchos acabados antideslizantes de la tabla, conocidos como “pad”, una superficie de goma con textura para tener un poco de adherencia sobre la tabla. Pues bien, aún no he probado un pad que no me destroce completamente las rodillas y el empeine tras una sesión. Hubo una época que por fin empecé a usar rodilleras y una protección de empeine que originalmente se usa para taekwondo, para minimizar las tremendas heridas que me hago. Hace un par de semanas por fin entró el viento, pero como la temperatura seguía siendo muy agradable, salí sin neopreno y descalzo… total, que después del primer día de navegación, los roces en el pie y las rodillas han creado unas heridas bastante terribles y que tardarán semanas en curar si se les da reposo – lo cual obviamente no va a suceder.

Cada vez que voy a navegar ahora, incluso usando escarpines (zapatos de agua) y neopreno, las heridas siguen siendo molestadas, o sea que el proceso de curación será lento. Además tengo que obviar el dolor que me produce seguir peleándome con la tabla de marras para ponerme de pie.

Uno de los factores que más me atraen del wingfoil es que la memoria muscular que se adquiere al practicarlo es bastante “automática”. Obviamente con cada intento, cada bordo, cada giro, hay una experiencia consciente de lo que ha ido saliendo bien y mal, pero me he dado cuenta que hay una cantidad de actividad subconsciente que con la práctica ayuda a ir haciendo las cosas mejor. Hubo una época donde practiqué mucho y tuve un avance increíble en la técnica, incluso llegando a hacer maniobras que a día de hoy todavía no siento la fluidez suficiente. Además, aunque hago ejercicio y entreno a menudo, la fuerza para aguantar la vela y hacer algunos movimientos, es algo super específico de este deporte. Cada vez que he salido esta semana mi capacidad aeróbica y mis antebrazos han sufrido a un nivel que hace la sesión bastante desagradable.

Aún así, sigo yendo a practicar, con todo el dolor, las heridas… intentando protegerlas obviamente, y haciéndome una promesa de cuidarme más en el futuro, pero vuelvo porque sé que la única forma de llegar a ese nivel de fluidez y disfrute que en alguna vez ya sentí, es la constancia y la práctica.

En la sesión de hoy, primero salí con la vela equivocada. Tuve que salir del agua, ir a por la vela buena, montarla y volver a salir. Usé mucha energía y tiempo en hacer algo mal, pero no me di por vencido. No sólo eso, sino que entré y salí un par de veces para DESCANSAR, ya que las condiciones y mi forma física no me permitieron hacer una sesión fluida larga.

Y por fin viene la parábola conectando esta experiencia con mi mundo interior. Varias lecciones a tener en cuenta para el futuro:

  • El ego siempre está presente para hacerte elegir el material inadecuado. Hay que escuchar más a humildad y la intuición, ellas SABEN.
  • Quizá algún día aprenderemos a protegernos de las heridas que sabemos que vienen con algunas prácticas, pero aún no ha llegado ese día.
  • Las cosas que merecen la pena, cuestan esfuerzo. El mayor esfuerzo que hay son la constancia y la persistencia.
  • Cuando estés cansado, aprende a parar, recuperar fuerzas, y volverlo a intentar. La frustración es un juego de la mente, la realidad está más allá de ella.
  • Encuentra actividades que te hacen olvidar el tiempo, somos almas encarnadas en seres de luz vibrando y experimentando en una roca gigante dando vueltas por el espacio. Le damos importancia a muchas cosas que no la tienen cuando podríamos centrarnos en actuar por la felicidad, el amor, la pasión, …

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